RECTIFIQUEMOS EL ESTILO DE TRABAJO EN
EL PARTIDO[1]
Vivimos en
la época del imperialismo; la etapa más alta posible en el desarrollo de la sociedad
capitalista y por ende también la más reaccionaria de su existencia, donde el
sistema basado en la explotación del hombre por el hombre y en la expoliación inmisericorde
de la naturaleza, se ha convertido en un peligro de grandes proporciones para
la vida misma. El imperialismo es la reacción en toda la línea, y por eso es
muy urgente apurar en el trabajo que hacen los comunistas por todo el planeta
para hacer avanzar la revolución, y sobre todo para concretar en la mayoría de países
la construcción del Partido Político del Proletariado, destacamento sin el cual
es imposible la revolución en cualquier parte del mundo.
Esa idea de
construir ese Partido, fue brillantemente comprendida y desarrollada por los
comunistas chinos, quienes con Mao Tse Tung a la cabeza, extrajeron valiosas enseñanzas
de su experiencia directa, tanto de las cualidades del Partido, como del tipo
de militantes y cuadros revolucionarios que lo deben conformar para hacerlo. En
muchos escritos, quedó plasmada esa experiencia, y hoy publicamos uno de ellos,
que aconsejamos estudiar cuidadosamente y difundir profusamente entre obreros,
campesinos, y todo revolucionarios que quieran llegar a ser un comunista de
primera fila esta noble tarea.
RECTIFIQUEMOS EL ESTILO DE TRABAJO EN
EL PARTIDO[2]
Mao Tse Tung
1.ƒ de febrero de 1942
Hoy se abre la Escuela del Partido;
deseo que tenga muchos éxitos.
En esta ocasión, quisiera decir algo
acerca del estilo de trabajo en nuestro Partido.
¿Por qué hace falta un partido
revolucionario? Porque en el mundo existen enemigos del pueblo que lo oprimen y
éste desea sacudirse esa opresión. En la era del capitalismo y el imperialismo,
se necesita un partido revolucionario como el Partido Comunista. Sin un partido
así, al pueblo le es de todo punto imposible sacudirse la opresión de sus
enemigos. Nosotros somos el Partido Comunista, tenemos el deber de dirigir al
pueblo en la lucha para derrotar al enemigo, y por eso, debemos mantener
nuestras filas bien alineadas, marchar al mismo paso y disponer de tropas
selectas y de buenas armas. Sin esas condiciones, no podremos derrotar al
enemigo.
¿Cuáles son los problemas que se
presentan ahora en nuestro Partido? Su línea general es acertada y no plantea
ningún problema; su labor ha sido fructífera. El Partido cuenta con centenares
de miles de militantes, que dirigen al pueblo en una lucha extraordinariamente
dura contra el enemigo. Esto es claro para todos y a nadie deja dudas.
¿No hay, pues, ningún problema en
nuestro Partido? Yo digo que sí, y que, en cierto sentido, el problema es
bastante serio.
¿Cuál es? Que en la mente de algunos
camaradas se manifiestan ciertos fenómenos que no son muy correctos ni
convenientes.
Esto quiere decir que todavía hay
algo incorrecto en nuestros estilos de estudio y de relaciones internas y
externas, así como en nuestro estilo literario. Por algo incorrecto
en el estilo de estudio, se entiende el mal del subjetivismo; en el
estilo de relaciones del Partido, el mal del sectarismo, y en el literario, el
mal del estilo de cliché del Partido[3]. Todos ellos son estilos
incorrectos, pero no barren todo el cielo como el viento del Norte en invierno.
El subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido ya no son
estilos dominantes, sino ráfagas de viento contrario, bocanadas de aire viciado
que salen de un refugio antiaéreo. (Risas.) No obstante, es malo que
esos vientos sigan soplando en el Partido. Debemos tapar las bocas por donde se
escapa ese aire viciado. Todo nuestro Partido debe emprender esta labor, y lo
mismo debe hacer la Escuela del Partido. Estos tres vientos nefastos -- el
subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido -- tienen su
origen histórico. Si bien ya no predominan en el Partido, siguen haciéndonos un
daño constante y acometiendo contra nosotros, por lo cual es preciso
contrarrestar su acción, estudiarlos, analizarlos y hacer claridad sobre ellos.
Nuestra tarea es combatir el
subjetivismo para rectificar el estilo de estudio, combatir el sectarismo para
rectificar el de relaciones del Partido, y combatir el estilo de cliché del
Partido para rectificar el estilo literario.
A fin de derrotar a nuestro enemigo,
es imperativo cumplir la tarea de rectificar el estilo de trabajo en el seno de
nuestro Partido. Nuestros estilos de estudio y literario también forman parte
del estilo de trabajo del Partido. Siempre que este estilo de trabajo sea del
todo correcto, el pueblo entero seguirá nuestro ejemplo. Los no militantes del
Partido que padezcan de los malos hábitos mencionados, aprenderán de nosotros y
corregirán sus errores si son gente de buena fe; de este modo, influiremos en
la nación entera. Con tal que los comunistas mantengamos nuestras filas bien
alineadas, marchemos al mismo paso y dispongamos de tropas selectas y de buenas
armas, podremos derrotar a cualquier enemigo, por poderoso que sea.
Hablaré ahora del subjetivismo.
El subjetivismo es un mal estilo de
estudio, contrario al marxismo-leninismo e incompatible con el Partido
Comunista. Lo que necesitamos es un estilo de estudio marxista-leninista.
Cuando hablamos del estilo de estudio, no sólo nos referimos al estilo de
estudio en los centros de enseñanza, sino también al de todo el Partido. Es un
problema relativo al modo de pensar de los miembros de nuestros organismos
dirigentes, de todos nuestros cuadros y de todos los militantes de nuestro
Partido; se trata de nuestra actitud hacia el marxismo-leninismo, de la actitud
de todos los camaradas del Partido respecto al trabajo. Es, pues, una cuestión
de importancia excepcional, de primordial importancia.
Actualmente, ciertas ideas confusas
cunden entre mucha gente. Por ejemplo, ideas confusas acerca de qué es un
teórico, qué es un intelectual, y qué significa la integración de la teoría con
la práctica.
Ante todo, hagámonos la siguiente
pregunta: ¿Es alto o bajo el nivel teórico de nuestro Partido? Ultimamente, se
han traducido más obras marxista-leninistas, y el número de lectores ha crecido
también. Esto es algo muy bueno. Pero, ¿podemos decir que el nivel teórico de
nuestro Partido es ya muy elevado? Es cierto que ahora el nivel es un poco más
alto, pero nuestro frente teórico no guarda ninguna proporción con el rico
contenido del movimiento revolucionario chino, y una comparación entre uno y
otro muestra un retraso muy grande en el dominio de la teoría. En términos
generales, nuestra teoría todavía no ha podido ponerse a la par de la práctica
revolucionaria, para no hablar ya de que se haya colocado a su vanguardia, como
debería ser. Todavía no hemos elevado nuestra práctica, tan rica en contenido,
a su debido nivel teórico. No hemos examinado aún todos los problemas de la
práctica revolucionaria, ni siquiera los de importancia, para elevarlos a la
etapa de la teoría. Juzguen ustedes: En los terrenos económico, político,
militar y cultural de China, ¿cuántos de nosotros hemos creado teorías dignas
de tal nombre, que puedan ser consideradas científicas y minuciosamente
elaboradas, y no bosquejos imprecisos? Especialmente en el campo de la teoría
económica, a pesar de que el capitalismo chino cuenta ya con cien años de
desarrollo desde la Guerra del Opio, no se ha producido todavía ni una sola
obra teórica, auténticamente científica, que concuerde con la realidad del
desarrollo económico de China. En el estudio de los problemas económicos de
nuestro país, por ejemplo, ¿podemos decir que ya es alto nuestro nivel teórico?
¿Podemos decir que nuestro Partido posee ya teóricos en economía dignos de este
nombre? Ciertamente que no. Hemos leído muchas obras marxista-leninistas, pero
¿podemos pretender que ya tenemos teóricos? No, no podemos. Pues el
marxismo-leninismo es la teoría creada por Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre
la base de la realidad, la conclusión general extraída por ellos de la realidad
histórica y de la práctica revolucionaria. Si nos limitamos a leer sus obras
sin dar un paso adelante para estudiar, a la luz de su teoría, la realidad
histórica y la práctica revolucionaria de China y sin tratar de reflexionar en esta última desde
el ángulo teórico, no podremos llamarnos, presuntuosamente, teóricos marxistas.
Si nosotros, siendo miembros del Partido Comunista de China, cerramos los ojos
a los problemas del país y no sabemos más que citar de memoria conclusiones o
principios sueltos extraídos de las obras marxistas, entonces nuestros logros
en el frente teórico serán, fuerza es decirlo, muy pobres. Si lo único que sabe
hacer una persona es aprenderse de memoria la economía o la filosofía marxistas
y recitarlas fluidamente desde el primer capítulo hasta el último, pero no sabe
en absoluto aplicarlas, ¿puede ser considerada como teórico marxista? ¡No! No
puede serlo. ¿Qué clase de teóricos necesitamos? Teóricos que, de conformidad
con la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas, puedan
interpretar certeramente los problemas prácticos que surgen en el curso de la
historia y de la revolución, y dar interpretaciones científicas y explicaciones
teóricas de los problemas económicos, políticos, militares y culturales de
China. Estos son los teóricos que necesitamos. Para ser un teórico así, uno
tiene que asimilar verdaderamente la esencia del marxismo-leninismo, tener una
real comprensión de la posición, el punto de vista y el método
marxista-leninistas, así como de la doctrina de Lenin y Stalin sobre la
revolución en las colonias y en China, y saber aplicar todo ello para analizar
de modo penetrante y científico los problemas prácticos de China y descubrir
así las leyes de su desarrollo. Tales son los teóricos que realmente
necesitamos.
El Comité Central del Partido ha
tomado una decisión en la que llama a nuestros camaradas a que aprendan cómo
aplicar la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas para
estudiar seriamente la historia de China y sus asuntos económicos, políticos,
militares y culturales, para analizar de modo concreto cada problema sobre la
base de materiales detallados, y luego extraer conclusiones teóricas. He ahí la
responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros.
Los camaradas de la Escuela del
Partido jamás deben considerar la teoría marxista como un dogma sin vida. Hay
que dominar la teoría marxista y saber aplicarla; dominarla con el único
objetivo de aplicarla. Si uno puede aclarar uno o dos problemas prácticos desde
el punto de vista marxista-leninista, merecerá elogios y podrá decirse que ha
logrado algunos éxitos. Mientras más problemas aclare y más amplia y
profundamente lo haga, mayores serán sus éxitos. La Escuela del Partido debe
adoptar la siguiente regla: para calificar a un estudiante es necesario
examinar cómo ve los problemas de China después de haber estudiado el
marxismo-leninismo, si los ve de una manera clara o confusa y si sabe o no
enfocarlos.
Viene ahora la cuestión de los
intelectuales. Ya que China es un país semicolonial y semifeudal y su cultura
no se ha desarrollado, los intelectuales son particularmente apreciados. Hace más de dos años, el Comité Central del Partido tomó una
decisión sobre el problema de los intelectuales[4], según la cual debemos
ganárnoslos en gran número y dar una buena acogida a todos aquellos que sean
revolucionarios y estén dispuestos a participar en la resistencia al Japón.
Tenemos toda la razón para respetarlos, porque sin intelectuales revolucionarios
no puede triunfar la revolución. Pero sabemos que muchos intelectuales,
creyéndose muy instruidos, se dan aires de eruditos, sin comprender que esos
aires son malos y perjudiciales y les impiden progresar. Deberían comprender la
verdad de que en realidad muchos llamados intelectuales son, en términos
relativos, los más ignorantes, mientras los obreros y los campesinos con
frecuencia saben más que ellos. Alguien me dirá: "(¡Ajá! Usted está
volviendo las cosas al revés y diciendo tonterías." (Risas.) Pero,
camarada, no se impaciente; algo de verdad hay en lo que acabo de decir.
¿Qué son los conocimientos? Desde que
existe la sociedad de clases, en el mundo ha habido sólo dos categorías de
conocimientos: unos son los de la lucha por la producción y otros, los de la
lucha de clases. Las ciencias naturales y sociales son la cristalización de
estas dos categorías de conocimientos, y la filosofía es la generalización y
resumen del conocimiento de la naturaleza y de la sociedad. ¿Hay alguna otra
categoría de conocimientos? No. Veamos ahora el caso de los estudiantes
educados en centros docentes separados por completo de las actividades
prácticas de la sociedad. ¿Qué sucede con ellos? Empiezan sus estudios en una
escuela primaria de ese tipo, los terminan en una universidad del mismo género,
obtienen su diploma, y entonces son considerados gente instruida. Pero lo que
han adquirido no son sino conocimientos librescos; aún no han tomado parte en
ninguna actividad práctica ni han aplicado lo aprendido en ningún campo de la
vida. ¿Personas así pueden ser consideradas intelectuales completos? Me parece
muy difícil, porque sus conocimientos no son todavía completos. ¿Qué son, pues,
conocimientos relativamente completos? Todo conocimiento más o menos completo
se forma en dos etapas: la primera, el conocimiento sensorial, y la segunda, el
conocimiento racional, que es una etapa superior de desarrollo del primero.
¿Qué tipo de conocimientos son los
adquiridos por los estudiantes en los libros? Suponiendo que todos sus
conocimientos fueran verdaderos, no son, sin embargo, conocimientos conseguidos
por medio de su experiencia personal, sino teorías establecidas por sus
antecesores, fruto de la síntesis de las experiencias de éstos en la lucha por
la producción y en la lucha de clases. Por supuesto, es absolutamente necesario
que los estudiantes adquieran este tipo de conocimientos; no obstante, debe
entenderse que, en cuanto a ellos concierne, estos conocimientos son en cierto
sentido unilaterales, algo que ha sido comprobado por otros, y no por ellos
mismos. Lo más importante es saber aplicar estos conocimientos en la vida y en
la práctica. Por eso, aconsejo a aquellos que tienen sólo conocimientos
librescos pero que todavía no han tenido contacto con la práctica o han
adquirido poca experiencia en ella, que se den cuenta de sus propias
deficiencias y sean un poco más modestos.
¿Cómo hacer que se conviertan en
auténticos intelectuales aquellos que sólo poseen conocimientos librescos? La
única manera es que participen en el trabajo práctico y se conviertan en
trabajadores prácticos, y que quienes se ocupan del trabajo teórico estudien
problemas prácticos de importancia. Así se logrará este objetivo.
Lo dicho no dejará de enfadar a
algunos, que dirán: "Según su explicación, ni el propio Marx puede ser
considerado como intelectual." A eso responderé: Están en un error. Marx
no sólo tomó parte en la práctica del movimiento revolucionario, sino que
también creó la teoría de la revolución. Partiendo del más simple elemento del
capitalismo, la mercancía, hizo un estudio minucioso de la estructura económica
de la sociedad capitalista. Millones y millones de personas veían y utilizaban
a diario la mercancía, pero estaban tan acostumbradas a ella que no se daban
cuenta de lo que representaba. Sólo Marx la estudió científicamente. Hizo un
enorme trabajo de investigación de su transformación real y dedujo una teoría
completamente científica de algo que existía universalmente. Estudió la
naturaleza, la historia y la revolución proletaria y creó así el materialismo
dialéctico, el materialismo histórico y la teoría de la revolución proletaria.
De este modo, Marx llegó a ser el intelectual más completo; representa la cima
de la sabiduría humana, y es fundamental la diferencia que existe entre él y
aquellos que sólo tienen conocimientos librescos. Marx realizó investigaciones
y estudios detallados en medio de la lucha práctica, formuló generalizaciones y
luego comprobó sus conclusiones llevándolas a la lucha práctica. He ahí lo que
llamamos trabajo teórico. Nuestro Partido necesita que muchos camaradas
aprendan a realizar esta labor. Ahora tenemos en nuestro Partido un gran número
de camaradas que pueden aprender a hacer estudios teóricos de este género, y la
mayor parte son inteligentes y promisorios; debemos darles importancia. Pero
ellos deben guiarse por los principios correctos y no repetir los errores del
pasado. Tienen que desechar el dogmatismo y no quedarse en frases sacadas de
los libros.
En el mundo sólo existe una clase de
teoría verdadera, la teoría extraída de la realidad objetiva y comprobada en
ella; ninguna otra cosa merece el nombre de teoría en el sentido que damos a
esta palabra. Stalin dijo que la teoría deja de tener
objeto cuando no se halla vinculada a la práctica[5]. Una teoría que no tiene
objeto es inservible y errónea, y debe ser descartada. Hay que avergonzar a los
aficionados a propagar tales teorías. El marxismo-leninismo es la verdad más
correcta, científica y revolucionaria, nacida de la realidad objetiva y
comprobada en ella, pero muchos de quienes lo estudian lo toman como un dogma
sin vida, impidiendo así el desarrollo de la teoría, perjudicándose a sí mismos
y causando daño también a otros camaradas.
Por otro lado, aquellos camaradas
dedicados al trabajo práctico también tendrán tropiezos si hacen mal uso de su
experiencia. Es verdad que ellos tienen a menudo mucha experiencia, lo que es
bien digno de aprecio, pero sería muy peligroso que se contentaran con su
experiencia. Deben comprender que sus conocimientos son principalmente
sensoriales y parciales, y que les faltan conocimientos racionales y generales;
en otras palabras, les falta teoría y sus conocimientos son también
relativamente incompletos. La labor revolucionaria no puede realizarse bien sin
conocimientos relativamente completos.
Así pues, hay dos clases de
conocimientos incompletos: aquellos que se encuentran ya elaborados en los
libros y aquellos que son principalmente sensoriales y parciales; unos y otros
son unilaterales. Sólo su combinación puede producir conocimientos válidos y
relativamente completos.
Sin embargo, para estudiar la teoría,
nuestros cuadros con un pasado obrero o campesino deben primero adquirir una
instrucción elemental. Sin ella, no podrán aprender la teoría
marxista-leninista. Adquirida esa instrucción, podrán estudiarla en cualquier
momento. De niño, nunca tuve la oportunidad de ingresar en una escuela marxista-leninista. Sólo me enseñaban cosas como ésta:
"El Maestro dijo: '¡Qué agradable es aprender y repasar constantemente lo
aprendido!'"[6] No
obstante ser anticuado el contenido de ese género de enseñanza, de ella saqué
algo bueno, pues aprendí a leer. Ahora ya no estudiamos los clásicos
confucianos, sino materias nuevas, como chino moderno, historia, geografía y
ciencias naturales, que una vez dominadas, nos serán útiles en todas partes. El
Comité Central de nuestro Partido exige ahora especialmente que nuestros
cuadros con un pasado obrero o campesino adquieran una instrucción elemental,
pues así podrán luego aprender cualquier materia: política, ciencia militar o
economía. Si no, por muy rica que sea su experiencia, nunca serán capaces de
estudiar la teoría.
De ahí se desprende que, para luchar
contra el subjetivismo, debemos ayudar a los dos tipos de personas antes
mencionados a desarrollar el aspecto en que son deficientes y a integrarse un
tipo con el otro. Los que tienen conocimientos librescos deben desarrollarse en
el aspecto práctico; ésta es la única manera de no quedarse estancados en los
libros ni caer en el error de dogmatismo. Los que tienen experiencia en el
trabajo práctico deben estudiar la teoría y leer a conciencia; sólo así podrán
sistematizar y sintetizar sus experiencias para elevarlas al nivel de la
teoría, y evitarán tomar sus experiencias parciales por verdades universales,
así como caer en el error de empirismo. Tanto el dogmatismo como el empirismo
son subjetivismo, aunque parten de dos polos opuestos.
Por lo tanto, en nuestro Partido hay
dos formas de subjetivismo: el dogmatismo y el empirismo. Cada uno de éstos ve
sólo una parte y no el todo. Si no tenemos cuidado, si no comprendemos que esta
unilateralidad es un defecto ni hacemos todos los esfuerzos por corregirlo,
será fácil que tomemos un camino equivocado.
De estas dos formas de subjetivismo,
sin embargo, es el dogmatismo el que en la actualidad constituye un mayor
peligro para nuestro Partido. Pues los dogmáticos pueden tomar fácilmente el
disfraz de marxistas para asombrar, cautivar y poner a su servicio a los
cuadros con un pasado obrero o campesino, para quienes es difícil descubrirlos;
también pueden asombrar y cautivar a la juventud ingenua e inexperta. Si
superamos el dogmatismo, los cuadros con conocimientos librescos se unirán de
buen grado a aquellos que poseen experiencia práctica, y estarán dispuestos a
estudiar los fenómenos reales; entonces surgirán muchos buenos trabajadores que
integren la teoría con la experiencia, así como teóricos auténticos. Si
superamos el dogmatismo, los camaradas con experiencia práctica tendrán buenos
maestros que les ayuden a elevar sus experiencias al nivel de la teoría y de
este modo evitarán caer en el error de empirismo.
Además de las ideas confusas sobre lo
que es un teórico y un intelectual, entre muchos camaradas hay otra idea
confusa acerca de lo que significa "unir la teoría con la práctica",
frase que siempre tienen a flor de labios: Hablan todos los días de "unir",
pero lo que en realidad quieren decir es "separar", porque no hacen
ningún esfuerzo por unir. ¿Cómo unir la teoría marxista-leninista con la
práctica de la revolución china? Dicho en lenguaje corriente, esto se logra
"disparando la flecha al blanco". Cuando uno dispara una flecha,
tiene que apuntarla a un blanco. La flecha es al blanco lo que el
marxismo-leninismo a la revolución china. Algunos camaradas, sin embargo,
"disparan sus flechas sin tener un blanco" o tiran al azar; es fácil
que esas personas perjudiquen a la revolución. Otros no hacen más que darle
vueltas y más vueltas a la flecha que tienen en sus manos, exclamando sin
cesar: "¡Qué flecha tan bonita! ¡Qué flecha tan bonita!", pero nunca
quieren dispararla. Estos son aficionados a las antigüedades, y casi no tienen
nada que ver con la revolución. La flecha del marxismo-leninismo tiene que ser
disparada al blanco de la revolución china. Si este punto no es aclarado, el
nivel teórico de nuestro Partido nunca se elevará y la revolución china jamás
triunfará.
Nuestros camaradas deben comprender
que si estudiamos el marxismo-leninismo, no es para lucirnos, ni porque éste
encierre algún misterio, sino exclusivamente porque es la ciencia que conduce
la revolución proletaria a la victoria. Hasta la fecha, todavía hay no pocos
que consideran ciertas frases sueltas de las obras marxista-leninistas como una
panacea ya preparada, que, una vez adquirida, permite curar cien enfermedades
sin ningún esfuerzo. Estas personas padecen de una ignorancia infantil, y
nuestro deber es darles ilustración. Son precisamente tales ignorantes los que
miran el marxismo-leninismo como un dogma religioso. Les debemos decir lisa y
llanamente: "Su dogma no sirve para nada." Marx, Engels, Lenin y
Stalin han reiterado que nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la
acción. Sin embargo, tales gentes prefieren olvidar esta afirmación, la más
importante entre las importantes. Se podrá decir que los comunistas chinos han
ligado la teoría con la práctica sólo cuando sepan aplicar la posición, el
punto de vista y el método marxista-leninistas y las enseñanzas de Lenin y
Stalin concernientes a la revolución china y, partiendo de un serio estudio de
la realidad histórica y la práctica revolucionaria de China, den un paso
adelante para realizar, en todos los terrenos, creaciones teóricas que
respondan a las necesidades de nuestro país. Es inútil hablar de la integración
de la teoría con la práctica, aunque eso se repita durante cien años, si no se
la traduce en acción. Para llevar a cabo la lucha contra la manera subjetiva y
unilateral de enfocar los problemas, tenemos que romper el subjetivismo y la
unilateralidad dogmáticos.
Basta por hoy acerca de la lucha
contra el subjetivismo, lucha que tiene por objeto rectificar el estilo de
estudio en todo el Partido.
Me detendré ahora en la cuestión del
sectarismo.
Gracias a que nuestro Partido se ha
templado durante veinte años, el sectarismo ya no domina en su seno. Sin
embargo, aún se encuentran supervivencias en las relaciones tanto internas como
externas del Partido. Las tendencias sectarias en las relaciones internas
conducen al exclusivismo respecto a camaradas del Partido y obstaculizan la
unidad y cohesión internas de éste, mientras las tendencias sectarias en las
relaciones externas llevan al exclusivismo respecto a los no comunistas y
obstaculizan la tarea del Partido de unir a todo el pueblo. Sólo extirpando
estos dos males, podrá nuestro Partido avanzar sin obstáculos en su gran obra
de conseguir la unidad de todos nuestros camaradas y de todo nuestro pueblo.
¿Cuáles son los residuos del
sectarismo en el seno del Partido? Principalmente los siguientes:
Primero, la pretensión de
"independizarse". Algunos camaradas sólo ven los intereses parciales
y no los generales; en todo momento destacan indebidamente aquellas secciones
de trabajo de las cuales son responsables, y siempre tienden a supeditar los
intereses generales a los parciales. No comprenden lo que significa el
centralismo democrático en el Partido, ni se dan cuenta de que el Partido
Comunista necesita no sólo democracia sino, sobre todo, centralismo. Olvidan
que, dentro del centralismo democrático, la minoría debe subordinarse a la
mayoría, el nivel inferior al superior, la parte al todo, y todo el Partido al
Comité Central. Chang Kuo-tao, por ejemplo, pretendió
"independizarse" del Comité Central y terminó por traicionar al
Partido y convertirse en agente del Kuomintang. Aunque el sectarismo de que
hablamos ahora no es tan particularmente grave, debemos prevenirlo y acabar con
toda manifestación de desunión. Debemos alentar a los camaradas a tener
plenamente en cuenta los intereses del todo. Cada miembro del Partido, cada
sección de trabajo, cada palabra y cada acción deben tener como punto de
partida los intereses de todo el Partido. No será tolerada en absoluto ninguna
violación de este principio.
Los que pretenden este
"independizarse" generalmente se aferran a la doctrina del "yo
primero" y se equivocan en cuanto a la relación entre el militante y el
Partido. Aunque respetan de palabra al Partido, en la práctica se colocan a sí
mismos en primer término y relegan el Partido al segundo. ¿Qué buscan? Fama,
posición y oportunidad de lucirse. Siempre que se les encarga de alguna sección
de trabajo, procuran "independizarse". Para este fin, engatusan a
algunos, desplazan a otros y recurren, entre camaradas, a la jactancia, las
lisonjas y la adulación, introduciendo en el Partido Comunista el estilo
filisteo de los partidos burgueses. Es su deshonestidad lo que les pierde. Creo
que debemos trabajar honestamente; sin una actitud así nada se puede realizar
en el mundo. ¿Quiénes son gente honesta? Marx, Engels, Lenin y Stalin son
honestos; lo son los hombres de ciencia. ¿Quiénes son deshonestos? Trotski,
Bujarin, Chen Tu-siu y Chang Kuo-tao lo son en grado sumo, y aquellos que
pretenden "independizarse" por intereses personales o parciales
también son deshonestos. Todo el que es taimado, todo el que no adopta una
actitud científica en su trabajo, aunque se crea ingenioso e inteligente, en
realidad es el más estúpido, y no tendrá buen fin. Los estudiantes de nuestra
Escuela del Partido deben prestar atención a este problema. Hemos de edificar
un partido centralizado y unificado, y desembarazarnos de toda lucha fraccional
sin principios. Para que nuestro Partido marche al mismo paso y luche por un
objetivo común, tenemos que combatir el individualismo y el sectarismo.
Los cuadros venidos de fuera y los
cuadros nativos deben unirse y combatir las tendencias sectarias. Hay que
prestar gran atención a las relaciones entre los cuadros nativos y los de
fuera, porque muchas bases de apoyo antijaponesas han sido establecidas sólo
después de la llegada de unidades del VIII Ejército o del Nuevo 4o Cuerpo de
Ejército y gran parte del trabajo local no se ha desarrollado sino con la
llegada de los cuadros de fuera. Nuestros camaradas deben comprender que, en
tales condiciones, únicamente cuando esos dos tipos de cuadros estén unidos
como un solo hombre y una gran cantidad de cuadros nativos hayan sido formados
y promovidos, será posible que nuestras bases de apoyo se consoliden y nuestro
Partido eche raíces en ellas; de otra manera, eso será imposible. Tanto los
cuadros de fuera como los nativos tienen sus cualidades y defectos; para
progresar, es necesario que superen sus respectivas deficiencias tomando como
ejemplo los méritos de la otra parte. En comparación con los cuadros nativos,
los de fuera siempre están menos familiarizados con la situación de la
localidad y menos ligados con las masas. Veamos mi propio caso, a modo de
ejemplo. Llevo cinco o seis años en el Norte de Shensí, pero en comparación con
algunos camaradas de la región, conozco mucho menos las
condiciones locales y estoy mucho menos vinculado con el pueblo de aquí. Los
camaradas que van a las bases de apoyo antijaponesas en Shansí, Jopei, Shantung
y otras provincias deben tener esto en cuenta. Más aún, incluso dentro de una
misma base de apoyo, como sus diferentes sectores no se han establecido al
mismo tiempo, también existen diferencias entre los cuadros de un sector y los
venidos de otro. Los que llegan de un sector avanzado a otro que lo es menos,
pueden ser también considerados como cuadros de fuera, e igualmente deben preocuparse
mucho por ayudar a los cuadros nativos. En términos generales, allí donde los
cuadros de fuera están en la dirección, será suya la responsabilidad principal
si sus relaciones con los cuadros nativos no son buenas. Y será todavía mayor
la responsabilidad de los camaradas que desempeñan las principales funciones de
dirección. En muchos lugares, la atención que se presta a este problema es
todavía muy insuficiente. Hay quienes menosprecian a los cuadros nativos y se
burlan de ellos diciendo: "¿Qué saben los lugareños? ¡Son unos
papanatas!" Esas personas no comprenden en absoluto la importancia de los
cuadros nativos; ignoran tanto las cualidades de éstos como sus propias
deficiencias, y adoptan una actitud errónea, sectaria. Todos los cuadros de fuera
deben tratar con afecto a los cuadros nativos y prestarles ayuda constante, y
es inadmisible ridiculizarlos o atacarlos. Claro que los cuadros nativos deben,
por su parte, adquirir las cualidades de los de fuera y librarse de todo
concepto estrecho e inadecuado, de manera que lleguen a fundirse con ellos, sin
que haya distinción entre unos y otros, evitando así tendencias sectarias.
Lo mismo puede decirse de las
relaciones entre los cuadros militares y los cuadros civiles. Deben estar
completamente unidos y luchar contra toda tendencia sectaria. Es deber de los
cuadros militares ayudar a los cuadros civiles, y viceversa. Si surgen
discordias, unos y otros tienen que mostrarse indulgentes y hacerse ellos los
principales responsables si no se llevan bien con los cuadros
civiles. Los cuadros militares ante todo tienen que darse cuenta de su propia
responsabilidad y ser modestos en su actitud hacia los cuadros civiles; sólo de
esta manera pueden crearse condiciones para el feliz cumplimiento de nuestras
tareas de combate y de construcción en las bases de apoyo.
Lo mismo se aplica a las relaciones
entre unidades del ejército, entre localidades y entre secciones. Hay que
combatir la tendencia al seccionalismo, tendencia a preocuparse sólo por la propia
sección, sin atender a los intereses de los demás. Seccionalista es quien
permanece indiferente ante las dificultades de los demás y no quiere ceder
ningún cuadro cuando se lo solicitan otras secciones o, "tomando el campo
del vecino como desaguadero", cede sólo cuadros mediocres, sin mostrar la
menor consideración hacia las demás secciones, localidades o personas. Quien
procede así ha perdido totalmente el espíritu comunista. Se caracteriza por su
negativa a considerar el conjunto y por su total indiferencia hacia las demás
secciones, localidades o personas. Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para
educar a tales personas y hacerles ver en el seccionalismo una tendencia
sectaria, que se volverá peligrosa si se la deja cundir.
Otro problema es el de las relaciones
entre los viejos cuadros y los nuevos. Desde el inicio de la Guerra de
Resistencia, nuestro Partido se ha desarrollado mucho y ha surgido un gran
número de cuadros nuevos; esto es algo muy bueno. En su informe ante el XVIII
Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, el camarada Stalin
dijo: "[. . .] los cuadros viejos siempre son escasos, son menos de los
que se necesitan y, en parte, ya comienzan a quedar fuera de combate, en virtud
de las leyes normales de la naturaleza." Aquí Stalin habló tanto de la
situación de los cuadros como de las leyes de la naturaleza. Si en nuestro
Partido no existe una plena cooperación entre la gran masa de cuadros nuevos y
los viejos cuadros, nuestra causa se detendrá a medio camino. Por eso, todos
los viejos cuadros deben acoger con gran calor a los nuevos y tratarlos con la
mayor solicitud. Es cierto que estos últimos tienen sus defectos. Como no hace
mucho que participan en la revolución, les falta experiencia y es lógico que
algunos de ellos conserven rastros de la perniciosa ideología de la vieja
sociedad, residuos de la ideología individualista pequeñoburguesa. Pero esos
defectos pueden ser eliminados gradualmente a través de la educación y el
temple en la revolución. Las cualidades de los nuevos cuadros residen, como señaló
Stalin, en que poseen un agudo sentido de lo nuevo y, por lo tanto, tienen gran
entusiasmo y gran actividad, cualidades de que carecen
precisamente algunos cuadros viejos[7]. Los cuadros nuevos y los
viejos deben respetarse mutuamente, aprender los unos de los otros, superar las
debilidades propias adquiriendo las cualidades de los demás, para así unirse
como un solo hombre en bien de la causa común y prevenir las tendencias
sectarias. Allí donde los viejos cuadros tienen a su cargo la responsabilidad
principal de dirección, en general recaerá fundamentalmente sobre ellos la
culpa si sus relaciones con los nuevos cuadros no son buenas.
Las relaciones antes mencionadas
entre la parte y el todo, entre el militante y el Partido, entre los cuadros
nativos y los de fuera, entre los cuadros militares y los cuadros civiles,
entre unidades del ejército, entre localidades, entre secciones de trabajo y
entre los viejos cuadros y los nuevos, son todas relaciones en el seno del
Partido. En todos estos casos, hay que elevar el espíritu comunista y
precaverse contra las tendencias sectarias, de modo que las filas de nuestro
Partido se mantengan bien alineadas y marchen al mismo paso, en bien de nuestra
lucha. Este es un problema muy importante, que debemos resolver a fondo en el
curso de la campaña por la rectificación del estilo de trabajo en el Partido.
El sectarismo es una manifestación del subjetivismo en el terreno organizativo.
Si queremos desechar el subjetivismo y desarrollar el espíritu
marxista-leninista de buscar la verdad en los hechos, debemos limpiar el
Partido de los residuos del sectarismo y partir del principio de que los intereses
del Partido están por encima de los intereses individuales y parciales, lo cual
permitirá a nuestro Partido alcanzar una unidad y cohesión completas.
Los restos del sectarismo tienen que
ser eliminados no sólo en las relaciones internas del Partido, sino también en
sus relaciones externas. La razón reside en que, para derrotar al enemigo, no
basta simplemente con unir a todos los miembros de nuestro Partido, sino que
hace falta unir a todo el pueblo. Durante veinte años, el Partido Comunista de China
ha realizado un enorme y arduo trabajo en la empresa de unir a todo el pueblo,
y los éxitos que ha logrado en este campo desde que comenzó la Guerra de
Resistencia, son aún más grandes que los del pasado. Esto no significa, sin
embargo, que todos nuestros camaradas ya tengan un correcto estilo en sus
relaciones con las masas populares y estén libres de tendencias sectarias. No.
En realidad, estas tendencias subsisten entre una parte de nuestros camaradas,
e incluso en algunos son muy serias. Muchos camaradas tienden a envanecerse
ante los no militantes del Partido, los tienen en poca estima y los desdeñan, y
se niegan a respetarlos y apreciar sus cualidades. Esto es precisamente una
tendencia sectaria. Después de haber leído unos pocos libros marxistas, en
lugar de volverse más modestos, se hacen más engreídos y siempre hablan de los
demás como de gente que no vale nada, sin entender que ellos mismos en realidad
no tienen más que conocimientos pobres y mal asimilados. Nuestros camaradas
deben comprender la verdad de que los militantes del Partido Comunista siempre
constituyen una minoría en comparación con los no militantes. Suponiendo que
hubiera un comunista por cada cien chinos, entre los 450 millones de habitantes
de China habría cuatro millones y medio de comunistas. Aun en el caso de que el
número de los miembros de nuestro Partido llegara a esta cifra colosal, los
comunistas constituirían tan sólo el uno por ciento del total de la población,
frente al 99 por ciento de no comunistas. ¿Qué razón podemos tener para no
cooperar con los no comunistas? Tenemos el deber de cooperar con todos aquellos
que deseen cooperar con nosotros o sean susceptibles de ello, y no tenemos
ningún derecho de excluirlos. Pero algunos miembros del Partido no lo comprenden,
y menosprecian y hasta rechazan a gentes que están dispuestas a cooperar con
nosotros. No hay ninguna base para proceder de esta manera. ¿Nos han dado
alguna base Marx, Engels, Lenin y Stalin? No. Por el contrario, siempre nos han
encarecido que nos mantengamos estrechamente vinculados con las masas y que no
nos aislemos de ellas. ¿Nos ha dado el Comité Central del Partido Comunista de
China alguna base para actuar así? No. Ni una sola de sus resoluciones dice que
podamos divorciarnos de las masas para permanecer aislados. Por el contrario,
el Comité Central nos ha dicho siempre que nos mantengamos estrechamente
ligados con las masas y no nos divorciemos de ellas. Así pues, cualquier acción
que nos aparta de las masas carece de toda base, y sólo es fruto pernicioso de
las ideas sectarias inventadas por algunos de nuestros camaradas. Como
semejante sectarismo continúa siendo muy grave entre ellos y sigue
obstaculizando la aplicación de la línea del Partido, hay que llevar a cabo un
extenso trabajo de educación en el seno del Partido para hacer frente a este
problema. Debemos, ante todo, hacer que nuestros cuadros comprendan
verdaderamente la gravedad del problema y adviertan que es de todo punto
imposible derrotar a nuestro enemigo y alcanzar el objetivo de la revolución si
los comunistas no se ligan con los cuadros y gentes que no pertenecen al
Partido.
Toda idea sectaria es subjetivismo y
es incompatible con las necesidades reales de la revolución; por lo tanto, hay
que llevar a cabo simultáneamente la lucha contra el subjetivismo y la lucha
contra el sectarismo.
Hoy no hay tiempo para hablar del
estilo de cliché del Partido; será discutido en otra reunión. Sólo diré que es
un receptáculo de inmundicias, una forma de expresión del subjetivismo y del
sectarismo. Hace mal a la gente y perjudica a la revolución; tenemos que
eliminarlo por completo.
Para luchar contra el subjetivismo,
debemos propagar el materialismo y la dialéctica. No obstante, hay todavía
muchos camaradas del Partido que no dan importancia a la difusión de ninguno de
los dos. Algunos dejan, impasibles, que se propague el subjetivismo. Creen
tener convicciones marxistas, pero no se esfuerzan por propagar el
materialismo, y al oír o leer algo de índole subjetivista, no se detienen a
pensar ni expresan su opinión. Esta no es la actitud de un comunista. Esto ha
hecho que muchos camaradas estén intoxicados de ideas subjetivistas y que su
sensibilidad se halle adormecida. Por eso, tenemos que iniciar en el Partido
una campaña de ilustración para liberar la mente de esos camaradas de la
neblina del subjetivismo y el dogmatismo, y llamarlos a boicotear el
subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido. Estos males son
como las mercancías japonesas; sólo nuestros enemigos desean que los
conservemos a fin de mantenernos embotados, y por eso,
debemos promover su boicot, al igual que el de las mercancías japonesas[8]. Hay que boicotear todas
estas mercancías -- el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del
Partido --, con el objeto de dificultar su venta en el mercado e impedir el
comercio que se hace con ellas aprovechándose del bajo nivel teórico del
Partido. Con este fin, nuestros camaradas deben aguzar el olfato y olfatearlo
todo para juzgar si es bueno o malo, antes de decidirse a acogerlo o
boicotearlo. Frente a cualquier cosa, los comunistas tienen siempre que
preguntarse el por qué y utilizar su propia cabeza para examinar minuciosamente
si corresponde a la realidad y si está bien fundada; no deben en absoluto
seguir ciegamente a otros ni preconizar el servilismo.
+¿Por último, al luchar contra el
subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido, debemos tener
presentes dos principios: primero, "sacar lecciones de los errores pasados
para evitarlos en el futuro", y segundo, "tratar la enfermedad para
salvar al paciente". Hay que poner al descubierto, sin tener
consideraciones con nadie, todos los errores cometidos, y analizar y criticar
en forma científica todo lo malo del pasado, para que en el futuro el trabajo
se realice más cuidadosamente y mejor. Eso es lo que quiere decir "sacar
lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro": Pero, al
denunciar los errores y criticar los defectos, lo hacemos, igual que un médico
trata un caso, con el único objeto de salvar al paciente y no de matarlo. Una
persona con apendicitis se salvará si el cirujano le extrae el apéndice. Si una
persona que ha cometido errores no oculta su enfermedad por temor al
tratamiento, ni persiste en sus errores hasta hacerse incurable, sino que,
honesta y sinceramente, desea curarse y enmendarse, debernos acogerla y curarle
la enfermedad para que se convierta en un buen camarada. Jamás podremos lograr
éxito si nos dejamos llevar por un impulso momentáneo y la fustigamos sin
mesura. No se puede tratar con rudeza enfermedades ideológicas o políticas; hay
que adoptar el único método correcto y eficaz: "tratar la enfermedad para
salvar al paciente".
Me he permitido aprovechar esta
ocasión en que se abre la Escuela del Partido, para hablar extensamente;
espero, camaradas, que reflexionen sobre lo que he dicho. (Clamorosos
aplausos.)
[1] Discurso pronunciado por el camarada Mao Tse-tung en el acto inaugural
de la Escuela del Partido adjunta al Comité Central.
[2] Discurso pronunciado por el camarada Mao Tse-tung en el acto inaugural
de la Escuela del Partido adjunta al Comité Central.
[3] Véase "Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de
China", nota 36, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. I. El estilo de cliché, que literalmente traducido del
chino es "ensayo en ocho partes", era un simple malabarismo
lingüístico, estereotipado y carente de todo contenido. Cada una de sus partes
estaba sujeta a fórmulas rígidas e incluso a un número determinado de
caracteres; de esta manera, para escribir, bastaba con ajustarse mecánicamente
a las fórmulas requeridas. Al hablar del estilo de cliché del Partido, el autor
se refiere a los escritos de cierta gente en las filas revolucionarias, que al
igual que el mencionado "ensayo en ocho partes", en vez de analizar
las cosas, no hacían más que amontonar vocablos y términos revolucionarios,
concluyendo con un sinnúmero de páginas llenas de palabras vacías.
[4] Se refiere a la decisión del Comité
Central del Partido Comunista de China, adoptada en diciembre de 1939, sobre el
reclutamiento de intelectuales. Véase "Reclutar gran número de intelectuales", Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. II.
[5] Véase J. V. Stalin, "Los
fundamentos del leninismo", III.
[6] Primeras palabras de las Analectas de Confucio
[7] Véase J. V. Stalin, "Informe ante
el XVIII Congreso del Partido sobre la labor del Comité Central del PC (b) de
la URSS", III, 2.
[8] El boicot de las mercancías japonesas
era un método de lucha empleado con frecuencia por el pueblo chino contra la
agresión del imperialismo japonés en la primera mitad del siglo XX; ejemplos de
ello fueron los boicots realizados durante el patriótico Movimiento del 4 de
Mayo de 1919, después del Incidente del 18 de Septiembre de 1931, y luego, en
la Guerra de Resistencia contra el Japón.
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