Todo
el poder a los soviets, no sólo era una consigna, sino que encerraba la esencia
de la construcción y mantenimiento del nuevo Estado de Dictadura del Proletariado,
la democracia de la inmensa mayoría sobre una ínfima minoría. Precisamente para
derrotar a la burguesía que se apoltronó en el poder soviético en febrero de
1917, el llamado que hicieron los bolcheviques fue Todo el poder a los soviets que desencadenó una violencia desmedida
de la burguesía y los terratenientes contra quienes llamaban a continuar la
revolución y derrocar al nuevo gobierno encabezado por Kerensky. Ya en Octubre
del mismo año, se cristalizó el grito de batalla y la clase obrera en alianza
con los campesinos asumió el poder total y la dirección en el nuevo tipo de
Estado.
Sin
embargo, para 1926 una idea confusa empezó a tomar vuelo y a desestimar esta
máxima de la construcción socialista; el concepto de los Soviets como simples
“correas de transmisión” del poder, lamentablemente planteada por Stalin fue un
comienzo para que el poder de las masas tuviera una cortapisa en su desarrollo,
y se incubara la idea de la “dictadura del Partido”; es decir, la idea según la
cual, quien ejerce la dictadura es el dirigente ideológico y político, el
Partido, y lo hace a través de la
vanguardia, el Proletariado. Esta incorrección en la línea política en un
asunto tan fundamental fue bien aprovechada por los oportunistas, para
desestimar con el tiempo el papel de la clase y darle un poder desmedido al
Partido. No puede haber poder alguno por encima de las masas, si ello sucede,
su dictadura no es plena y por ende puede estar sujeta a imposiciones desde
arriba. Lenin muy bien lo expresó en su polémica con Kautsky: “la dictadura es un poder que se apoya
directamente en la violencia y no está sometido a ley alguna. La dictadura
revolucionaria del Proletariado es un poder conquistado y mantenido mediante la
violencia ejercida por el proletariado sobre la burguesía, un poder no sujeto a
ley alguna”.
Carlos
Marx, en su estudio sobre la Comuna expresó: “El primer decreto de la Comuna de París fue… La supresión del Ejército
permanente para sustituirlo por el pueblo armado”. Considerada está como
otra máxima para garantizar la permanencia del poder directo de las masas y la
construcción del poder soviético. Los bolcheviques en la Revolución de Octubre
fueron categóricos en defender esta condición como imprescindible para que se
cristalizara la revolución, pues es claro que el poder nace del fusil, y quien
tenga el monopolio de las armas siempre tendrá el poder sobre los demás. Si no
puede haber ningún poder por encima de la clase obrera y su alianza con los
campesinos, de suyo se desprende que no puede haber un ejército permanente que
reemplace el poder de las masas armadas. Lenin lo expresaba así: “El poder soviético es un nuevo tipo de
estado sin burocracia, sin policía, sin ejército permanente, en el que la
democracia burguesa es sustituida con una nueva democracia: La democracia que
adelanta a primer plano la vanguardia de las masas trabajadoras,
convirtiéndolas en legislador, ejecutor y protector militar, y crea el aparato capaz
de reeducar a las masas”.
Sin
embargo, dos condiciones se atravesaron en el camino de su desarrollo pleno
durante la Revolución de Octubre. El primero una condición objetiva: la guerra,
donde los imperialistas se lanzaron militarmente para destruir a la patria
socialista y fue necesaria la creación del poderoso y glorioso Ejército Rojo
que no sólo impidió la destrucción del Estado Obrero, sino que a la postre fue
decisivo para derrotar al fascismo alemán. Y la segunda, de orden ideológico,
una lucha de líneas que pervivió dentro de los comunistas a lo largo de todo el
proceso de construcción de la revolución y que se caracterizaba por las dudas
sobre la aplicación de la enseñanza de La Comuna, la vacilación sobre la
posibilidad y necesidad del armamento general del pueblo y por ende cierto
culto a la permanencia de un cuerpo especial con el monopolio de las armas.
La
creación del Ejército Rojo fue sin lugar a dudas una necesidad y la historia
así lo refrenda con creces; su papel como destacamento de primera fila para
detener a los imperialistas y derrotar a los nazis fue un aporte enorme a las
masas de todo el mundo y con orgullo todos los obreros y los comunistas
recuerdan las gestas de este destacamento de la patria socialista. Sin embargo,
haberlo considerado como cuerpo especial permanente, que con el paso de los
años terminó reemplazando a las masas armadas y fue uno de los motivos de la
derrota; el proletariado fue desarmado y una nueva burguesía surgió en los
mandos medios y sobre todo altos del poderoso Ejército Rojo. La lucha entre
leninistas y oportunistas fue una expresión más de la continuación de la lucha
de clase en el socialismo, ahora en el terreno del poder omnímodo del
proletariado. Los oportunistas desde siempre mantuvieron la idea de un ejército
como cuerpo especial diferente de las masas sólo que al momento de expresarlo,
lo remarcaban como un ejército al servicio del poder de la clase obrera, lo
cual, es sin duda pura palabrería demagógica nada distinta a la basura burguesa
que pregona que sus ejércitos están para defender al pueblo, a la nación, a la
soberanía, a la democracia, etc. La revista Contradicción
en su edición No, 4, de octubre de 1990, concluye que: “La enseñanza de la Comuna no consistió en que el ejército estuviera al
servicio del proletariado, sino en que el
proletariado SE CONVIRTIERA en ejército! Que esa función especializada de tener armas, NO FUERA
monopolio de un grupo de hombres,
sino de LAS MASAS POPULARES! Cuando se mantiene una fuerza armada ´AL SERVICIO´
DE LA CLASE OBRERA, basta con que la ideología burguesa y el burocratismo
penetren a dicha ´fuerza´ para que cambie de color, y se convierta en servidora
de OTRA CLASE: LA BURGUESÍA, quedando
la clase obrera sin el Poder y SIN LAS
ARMAS”
La
creación del Ejército Rojo fue un repliegue en la línea de la Comuna, una
concesión necesaria por las necesidades objetivas, pero con el tiempo, de
repliegue se convirtió en Línea General, lo cual terminó echando a la basura
una de las enseñanzas fundamentales de la Comuna, que no sólo afectó a Rusia,
sino incluso luego a la revolución china. Hoy por hoy, esta valiosa enseñanza,
aún no ha sido asimilada por muchos comunistas revolucionarios que siguen
insistiendo en la necesidad de un ejército como cuerpo especial por encima del
armamento general del pueblo.
Un
Estado más simple, sin burocracia privilegiada, con organismos ejecutivos y
legislativos a la vez, con una amplia participación de las masas y elegibles y
removibles en cualquier momento. Esa fue la orientación de la Comuna de París,
sintetizada por Marx y refrendada por Lenin y los bolcheviques. El poder de los
soviets compuesto por la enorme masa de obreros y campesinos, con poder
absoluto sobre todos los asuntos administrativos, con elección directa y poder
de remoción de los funcionarios en cualquier momento, sin salarios exuberantes,
vinculando cada vez más a la gente sencilla del pueblo a las labores
administrativas del Estado; esa era la orientación para la edificación
socialista y una diferencia cualitativa con el Estado burgués-terrateniente. La
maraña de dificultades con que se encontraron los bolcheviques para desarrollar
esta política estatal llevó a que se diera en enconada lucha, no solo con las
limitaciones objetivas, sino sobre todo con los oportunistas que, como siempre
sucede, se apoyan en esas dificultades para abandonar el camino revolucionario
e inocular toda su basura burguesa.
El
principal obstáculo, la falta de formación de las masas, quienes para esa época
tenían las puertas herméticamente cerradas para su adiestramiento, Lenin lo
expresaba así: “de palabra, la
administración soviética es accesible para todos los trabajadores; pero, en la
práctica, como todos sabemos, dista mucho de serlo”. Se necesitó un enorme
trabajo de educación de las masas, y a la par, tener que acudir a los
especialistas, formados por la vieja sociedad y por ende transmisores de toda
la basura burguesa en todos los órdenes, entre eso, exigencia de mejores
salarios. La labor para llevar a la práctica las enseñanzas de la Comuna no era
tarea fácil, pues además, la fuerza de la costumbre, llevaba a muchos obreros y
campesinos a marginarse de su participación en las tareas del Estado, lo que
necesitaba fuerte labor de educación y propaganda, pero además trajo otro
problema, el reemplazo de las masas por parte de los comunistas, y así, gran porcentaje
de las funciones estatales eran cubiertas por miembros del Partido; todo lo
cual, como siempre, fue aprovechado por los oportunistas para incubar la idea
de la “dictadura del partido”, y contribuir a su burocratización. Acudir a los
profesionales y los especialistas era una condición obligada por un período, pero
con el tiempo pasó de “rodeo” necesario a “Línea de Comportamiento”, y el
burocratismo se convirtió en otra causa de la derrota temporal de la revolución.
Con
enormes sacrificios las masas en la URSS se levantaron de las enormes penurias
provocadas por la guerra y por el intento de ahogo económico provocado por el
cerco de los imperialistas. Todas las áreas de la economía, del arte, de las
ciencias, del deporte florecieron rápidamente y la patria de los soviets se
convirtió en una flor esplendorosa admirada por los pueblos del mundo. Sin
embargo, la lucha de clases se continuaba desarrollando y el propio Stalin
advertía de esa realidad; en el XIII Congreso expresó que: “El sector del Partido que ha alborotado en torno a la democracia ha
servido, involuntariamente, de portavoz y de canal para la agitación que
despliega la nueva burguesía en nuestro país y que persigue el fin de debilitar
la dictadura, ´ampliar´ la constitución soviética y reestablecer los derechos
políticos de los explotadores”. Con Stalin estuvieron muy cerca de comprender el peligro que amenazaba la
continuación de la construcción socialista: la continuación de la lucha de
clases en el Socialismo. Sin embargo, no llegaron al fondo del problema, pues
consideraban este enemigo como algo externo al Partido y al Estado, sin
percatarse que la nueva burguesía estaba desarrollándose en el propio poder
estatal y en la organización partidaria de los bolcheviques; centraron sus
esfuerzos en el desarrollo económico y le dejaron el camino a la nueva burguesía
que con ropaje comunista levantó las banderas de la paz con la burguesía, de la
transición pacífica, del Estado y el Partido de todo el pueblo.
La
nueva burguesía mantuvo una lucha frenética en contra de la línea bolchevique,
y para ello los oportunistas fueron su punta
de lanza, su caldo de cultivo
donde se desarrolló y emergió, usurpando el poder y cambiando la correlación de
fuerzas a su favor tras la muerte de Stalin.
La
lucha de clases jamás estuvo ausente de la construcción socialista, fue una
batalla enconada desde antes de 1917 y pervivió durante todo su desarrollo; no
había un solo día en que la línea burguesa no se manifestara frente a cualquier
polémica, decisión o campaña. Y por ello los 39 años que se reconocen como de
poder obrero en la URSS son un período valiosísimo en la historia de la lucha
de clases y sobre todo en la batalla que encabeza el proletariado mundial por
darle merecida sepultura al capitalismo.
En
palabras de Lenin: “Durante siglos se han
venido formando los estados según el tipo burgués, y por primera vez ha sido
hallada una forma de Estado no burgués. Puede que nuestro mecanismo sea hasta
malo, pero dicen que la primera máquina de vapor que se inventó también era
mala, e incluso no se sabe si llegó a funcionar. No es eso lo que importa; lo
que importa es que el invento se consumó (…) No importa que nuestra que nuestra
máquina Estatal sea pésima; en fin de cuentas, está hecha, se ha realizado el
mayor invento histórico y se ha fundado un Estado de tipo proletario”
………………………………..
"Frente a las amargas derrotas sufridas, son muy distintas las posiciones de cada clase. Aunque toda derrota trae retroceso y causa abatimiento en las filas revolucionarias, para el proletariado, las pérdidas de Rusia y China no son más que derrotas temporales de una causa cuyo triunfo final lo hacen inevitable las leyes del desarrollo social; por el contrario, los enemigos de clase —imperialistas, burgueses y terratenientes— jubilosos proclamaron la derrota definitiva del comunismo.
Por
su parte, la pequeña burguesía vacila entre ambas posiciones y lo manifiesta al
interior del Movimiento Comunista, donde las derrotas han infundido dos tipos
de divergencia: una de carácter antagónico, con el revisionismo que declara
“cerrado el ciclo de octubre” y “agotada la oportunidad histórica del
proletariado” para gobernar y dirigir la sociedad; que renuncia a la violencia
revolucionaria invocando la lucha constitucionalista por la “democracia total”
en el Estado burgués; que convierte la consigna del comunismo en letra muerta,
al renunciar al Estado de Dictadura del Proletariado en la sociedad socialista,
único camino para avanzar a la sociedad comunista, alegando necesaria una
“reformulación post marxista” de la teoría, para corregir el “totalitarismo” de
la Dictadura del Proletariado sobre la nueva burguesía en el socialismo, para
ampliar la democracia a los explotadores mediante el “multipartidismo” y el
“derecho a disentir”, en pocas palabras, ¡para renunciar en toda la línea a las
enseñanzas de la Revolución de Octubre! La otra divergencia, no es antagónica
sino legítima en la lucha por una Línea General para la unidad del Movimiento
Comunista Internacional, y se manifiesta frente a la vía insurreccional de la
Revolución de Octubre, menospreciada y hasta condenada por algunos comunistas
que la contraponen arbitrariamente con la vía de la Guerra Popular Prolongada
seguida en la Revolución China, olvidando que en la experiencia histórica
militar de la revolución proletaria, la insurrección lejos de ser contraria, ha
sido parte de la guerra popular de los obreros y campesinos; no se trata de una
disquisición doctrinaria, sino de la forma necesaria de guerra popular de
acuerdo al carácter de una sociedad concreta y al análisis de clases en países
concretos."
[Revolución Obrera No.
414]
..."la lucha por una Línea General para la unidad del Movimiento Comunista Internacional, y se manifiesta frente a la vía insurreccional de la Revolución de Octubre, menospreciada y hasta condenada por algunos comunistas que la contraponen arbitrariamente con la vía de la Guerra Popular Prolongada seguida en la Revolución China, olvidando que en la experiencia histórica militar de la revolución proletaria, la insurrección lejos de ser contraria, ha sido parte de la guerra popular de los obreros y campesinos; no se trata de una disquisición doctrinaria, sino de la forma necesaria de guerra popular de acuerdo al carácter de una sociedad concreta y al análisis de clases en países concretos."
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